domingo, 22 de mayo de 2011

Quiero cambiar el mundo.

Quiero cambiar el mundo, ¿y quién no? De una forma u otra, todos nos vemos partícipes de unas ganas contagiosas de cambiar lo que tenemos a nuestro alrededor, de ser alguien. Ganas de saber que viviste un momento importante de la humanidad, ganas de verte escrito en los libros de historia y sentir que tú estuviste en primera fila cuando pasó todo. No se puede decir que no lo sienta alguien, porque es un sentimiento que nace en nosotros, aun sabiendo que cambiar algo es prácticamente imposible. Pero aun así, a pesar de que sabes que todos tus actos van a ser completamente inútiles en un mundo en el que lo primero es quedar bien ante el resto y lo segundo tapar todo lo que pueda dañar tu imagen como persona importante. Nadie puede cambiar el mundo de la noche a la mañana, y sin embargo lo intentamos a cada instante.
Y cuando todo termine, cuando dejes de luchar porque sabes que no puedes estar permanentemente en guerra con el resto, cuando te des cuenta de que se te va de las manos todo lo que habías planeado, y que a pesar de tu esfuerzo no se ha conseguido nada, ¿qué harás?¿Cómo conseguirás callar a esa parte de ti que te pide que luches por lo que quieres conseguir? Supongo que todos la callamos día a día, viendo cómo todo pasa a nuestro alrededor sin que movamos un dedo. Vivimos rodeados de mentiras, de engaños, de mierda hasta el cuello. Y somos felices. Pero de repente aparece alguien que se ha atrevido a llevar más allá que tú esas ganas de cambio, y piensas ‘’coño, ¿y por qué no hacer lo mismo?¿Por qué no cambiar el mundo en un par de días? Si somos suficientes, lo conseguiremos, ¿verdad?’’
Pues no, es probable que no lo consigas. Armas barullo, jodes un poco, protestas por todo y a la mañana siguiente vuelves a tu casa, a tu trabajo y a tu vida rodeada de mierda. Pero seguimos intentándolo, porque creemos que algún día llegará el cambio, que algún día alguien llegará y nos ayudará a conseguir lo que todos queremos, si es que alguna vez nos conseguimos poner de acuerdo. Porque, a la vez que miles quieren una cosa, otros miles quieren otra. Se dice que todos estamos unidos por una causa común, pero cuando conseguimos cambiar algo nos damos cuenta de que la mayoría piensa cosas diferentes. De que, cuando la gente que controla el mundo nos da, por increíble que parezca, una oportunidad para organizarnos, para darnos voz y voto, para poder expresar lo que con tanto ahínco  hemos exigido, nos damos cuenta de que ni siquiera nosotros sabemos lo que buscamos en realidad protestando. Un nuevo mundo desde luego, pero nadie puede tener el mundo que desea porque cada persona piensa y siente de forma diferente.
Si todos queremos cambiar el mundo a nuestro propio interés, nunca nos podremos organizar lo suficiente como para que los de allá arriba, los que deciden lo que nos pasa cada día del año, reaccionen, y se den cuenta de que una vez, mucho tiempo atrás, también sintieron esas ganas de cambiar el mundo.