jueves, 14 de julio de 2011

Un momento inolvidable.


Hoy, jueves 14 de julio de 2011, ha pasado algo que me ha hecho feliz. Uno de estos sucesos que te hacen sonreír al recordarlos. Un bonito instante que te alegra el día y el mes y el año. Y lo más increíble es que tan sólo me han contado un chiste.
Íbamos mi hermana, mi madre y yo paseando por Barcelona, de visita. En pleno corazón de la ciudad reinaba el ajetreo turístico y los trescientos imbéciles que se creen que por estar en un país que no es el suyo ya pueden hacer lo que quieran, pero eso no es lo importante. Caminando por una de esas calles repletas, nos ha parado un señor, un abuelete con bastón y gorra, y un acento catalán impresionante. Nos ha preguntado si hablamos español, a lo que obviamente hemos contestado que sí. Al principio las tres pensamos que era un señor de estos pesados que te da una charla sobre política o a lo mejor de una secta, pero no, el hombre nos ha preguntado si sabíamos cuál era el trabajo más feliz del mundo, pero no el de los payasos, sino el que, cuando te pusieras a trabajar, no parases de reír. Nosotras hemos contestado que no, sin comprender por qué razón nos paraba para preguntarnos eso, y él hombre dijo ‘’el de barrendero’’ y nosotras ingenuamente le preguntamos ‘’ ¿por qué?’’, a lo que él, sin más, nos contesta ‘’porque va riendo’’, y nos empezamos a reír los cuatro. Personalmente me reí de verdad, no sé si mi madre y mi hermana también, porque el chiste no es demasiado bueno, pero la forma de contarlo, así sin más, me pareció maravillosa. Sencillamente se acercó para hacernos reír, y me parece un gesto no sólo hermoso en su más estricto significado sino también delicado, porque la mayoría de la gente es borde cuando la paras por la calle, y muy grosera. Este señor, viejecito, se ha arriesgado a que le contesten mal solamente para hacer reír a alguien. Es precioso.
Me parece increíble que todavía quede gente así, que haga feliz a las personas sin querer nada a cambio. Es emocionante saber que alguien te va a alegrar el día.
Cuando nos terminamos de reír, el hombre nos dio las gracias, nosotras se las correspondimos, y se fue sin decir nada más. Cuando ya nos íbamos nosotras también, sonriendo por aquel extraño y bonito encuentro, me giré un momento para verle marchar. El  buen hombre se paró y se giró,y me dijo adiós con la mano y un hermoso gesto con la gorra. Yo le dije adiós con la mano y con una sonrisa de oreja a oreja en el rostro.
Qué bonito es encontrarse con alguien así. Un momento inolvidable.